Juega con el pendiente. Mira a la cámara. Sonríe. Se ajusta el casco. Se pone los guantes. Se levanta. Se acerca a ella. Se agacha a su lado. La escucha. Le susurra palabras que sólo ella puede entender. Se sube. Arranca. Se estira. Empezamos.
Y vuelven también los rumores. ¿Se retira? Las preguntas. ¿Habrá sido capaz de hacer una moto ganadora? Y las críticas. ¿Acabado? Acabado. ¿Cuántas veces hemos visto esa palabra al lado del nombre de Valentino Rossi? ¿Y cuántas veces os ha respondido haciendo cosas increíbles?
Se dijo que no sería capaz de hacer de la Yamaha una moto ganadora y sólo necesitó una carrera para demostrar lo equivocados que estabais, un primer beso a la que sería su compañera de viaje durante muchos años, unas lágrimas debajo del casco que lo dijeron todo y que nos siguen poniendo los pelos de punta.